jueves, 14 de enero de 2010

DIVER 3 HAITÍ



PREVIO: Los siguientes son datos clave sobre Haití, que se vio golpeado el martes por un terremoto de magnitud 7 que derribó edificios en la capital del país, Puerto Príncipe.



* La nación caribeña de 9 millones de habitantes en una ex colonia francesa y la república negra más antigua del mundo, ya que fue fundada por esclavos liberados tras una revolución que llevó a su independencia en 1804.


* Haití es el país más pobre de América con un ingreso promedio anual de 560 dólares por persona. Se ubica en el puesto 146 de 177 países en el Índice de Desarrollo Humano, UNDP.


* Más de la mitad de la población vive con menos de 1 dólar por día y un 78 por ciento con menos de 2 dólares. Existe una alta tasa de mortalidad infantil (60 muertes por cada 1.000 nacimientos) y el 2,2 por ciento de quienes tienen entre 15 y 49 años es seropositivo.


* La infraestructura en Haití está cerca de un colapso total y la grave deforestación ha dejado sólo un 2 por ciento de los bosques.


* Tras décadas de dictadura, el ex sacerdote católico Jean-Bertrand Aristide se convirtió en 1990 en el primer líder de Haití escogido en elecciones libres. Aristide fue expulsado tras un golpe militar en 1991, pero regresó al poder con el apoyo de Estados Unidos.


En 2004, Aristide fue sacado del país a la fuerza y se vio forzado al exilio después de una rebelión de pandillas y ex soldados.


* Haití está gobernado por el presidente René Preval desde mayo de 2006, cuando el país regresó a un mandato constitucional.




MIGUEL ÁNGEL HERRERO Catástrofe en Haití




La pobreza atrae al desastre


MIGUEL ÁNGEL HERRERO 14/01/2010


    Una vez más se repite la misma historia. En esta ocasión ha sido un terremoto de 7,0 en la escala Richter el que ha sacudido a las 16.53 horas de ayer el país más pobre de América Latina. Apenas un año después que los huracanes Gustave e Ike causaran medio millar de víctimas y casi un millón de damnificados, además de cuantiosas pérdidas en la ya maltrecha economía del país.


    Nadie puede evitar un terremoto, pero sí se puede reducir la vulnerabilidad de quienes viven con ese riesgo


   El terremoto de ayer fue especialmente grave, no tanto por su intensidad, relativamente importante (900 veces inferior al que originó el gran tsunami en el océano Índico en 2004), como por la proximidad de su epicentro con la capital, Puerto Príncipe. Aunque todavía nadie se atreve a hacer un balance de víctimas, las imágenes y los testimonios que nos llegan muestran que el efecto ha sido devastador en algunas zonas de la ciudad.


    En Puerto Príncipe reina el caos. Muchas personas permanecen atrapadas en los escombros, miles son las que deambulan por las calles porque lo perdieron todo o porque no se atreven a entrar en sus casas. No existe suministro eléctrico y las comunicaciones no funcionan, la precaria red sanitaria está absolutamente desbordada (alguno de los hospitales principales tampoco resistió).


    Las propias instalaciones de las agencias humanitarias y la Minustah (la misión de Naciones Unidas en Haití) están seriamente dañadas, lo que dificulta aún más su capacidad para responder de forma inmediata. Ahora es el momento de la solidaridad. De la búsqueda y el rescate a contrarreloj de supervivientes, de prestar atención sanitaria urgente, de proveer refugio y alimento y de instalar equipos de agua y saneamiento antes de que surja la epidemia.


   Pero es ahora también, antes de que Haití vuelva una vez más al olvido mediático, el momento de preguntarse por qué son siempre los más pobres los que sufren las peores consecuencias de los desastres naturales. Nadie puede evitar que un terremoto ocurra, pero sí podemos hacer algo (o mucho) para reducir la vulnerabilidad de quienes tienen que vivir con ese riesgo.


    El desastre lo causó el terremoto, pero también lo causó el dumping que obliga a los campesinos a abandonar sus campos de arroz en Artibonite y emigrar a la capital, las condiciones en las que se hacinan cientos de miles de personas en distritos como Cité Soleil o Martissant, la falta de empleo para la mayor parte de los jóvenes en Puerto Príncipe, los servicios sanitarios que no cubren las necesidades más básicas de la población, la insoportable inflación en 2008 del precio de los alimentos. La pobreza atrae al desastre.


   Más que nunca Haití necesita ayuda para la reconstrucción. La comunidad internacional tiene el deber de actuar a tiempo y evitar el hundimiento del país.


Miguel Ángel Herrero es director regional de Intermón-Oxfam para Centroamérica y Caribe




4 comentarios:

  1. ola a todoos soy mercedes :)
    bueno yo aqui en casa malita no avanceis mucho e :) un beso a todos mellizas ;)

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  2. Hola merceditas: aquí estamos en clase echándote de menos buaa eso es lo que dice eric y jose andrés. Besos de tus compis. Ponte buena y si vienes mañana que sepas que tienes que aprenderte los pronombres de la pag. 282. No es broma.Saluditos. David

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  3. davddd eso es injusto eee todos¿?? ala bueno pues ndaa jjajaj si si mañna estare alli dando al alta otra vez

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  4. wenass clase soy joserra jeje XD no e podido ir a clase por el oido y e estado en el medico.
    dejarme los deberes plis¡¡¡

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